El relato que facilita el cambio
En cualquier etapa de la vida: ya sea en la infancia o de adultos, los cuentos, el teatro, las películas y últimamente las series de televisión, nos ayudan a entender o identificarnos con lo que ocurre en nuestro mundo relacional (los vínculos con nuestros progenitores, hermanas/os, familia, amistades, figuras cuidadoras importantes).
El relato nos permiten tomar una distancia y después poder reelaborar toda una serie de sucesos del pasado.
El valor de los cuentos, de las historias, son que nos da un sentido, nos ayuda a organizarnos nuestro mundo interior. La zona del cerebro que se activa con la narrativa o la imaginación es el hemisferio derecho
Las palabras ayudan a regular episodios traumáticos, etapas de abandono, de maltrato físico o psicológico y el dolor que puede estar asociado.
Pero también el habla o la narración se pueden convertir en un relato de dolor, de auto culpabilización, de un auto diálogo duro, donde la persona se percibe como no ser digna de ser amada, no tener capacidad de para cambiar, o ser invisible a los demás.
Y en momentos de dolor prolongado, con diferentes situaciones estresantes, ya sean por motivos externos a nosotros o por dificultades personales, este auto diálogo negativo se incrementa de forma exponencial y a veces puede controvertirse en una especie de «visionado» de un único capitulo de una serie, que nos impide pasar al siguiente.
Y la terapia psicológica es uno de los recursos que pueden ayudar a movilizar a la persona para facilitar el cambio.
En los procesos terapéuticos se dan diferentes situaciones “narrativas”, que permiten facilitar estos cambios. El relato se puede transformar en un cuento (terapia Jungiana), o en el uso de metáforas (terapia ACT), o el revivir el recuerdo no integrado (EMDR), en una visualización guiada o en las secuencias de imágenes de la Realidad Virtual.
Quisiera enlazar diferentes narrativas que me conectan con mi infancia hasta el presente.
Cuando tenía diez años en una época de cambios internos y externos (a finales del 1974), se emitió por la televisión una serie innovadora y especial: Pippi Calzaslargas.
Una chica que vivía sola y sin adultos. Le acompañaba un caballo, Pequeño Tío, y un mono, el Sr. Nelsson.
Destacaba su humor, la osadía y su libertad para hacer el que quisiera. Esta ruptura de todo el conocido fue una bocanada de aire nuevo y fresco. Donde la Pippi afirmaba: «enseñan muchas cosas. Pero nada divertido».
El personaje de Pippi, con esta alegría despreocupada, donde el juego era la base central de su existencia conectaba con una parte de mí que se resistía a entrar en el mundo de los adultos, donde la imaginación-fantasía era un refugio mágico.
La transgresión de la norma, cuando es (era) rígida y moralizadora, desde la mirada de una niña, es (era) un elemento provocador.
La naturaleza (los animales, el bosque, los lagos) está presente en la vida de Pippi, no es un decorado; es el lugar de juegos, de experimentación, de retorno a un medio vital. Como la conexión con la naturaleza nos hace revivir y reconectarnos.
Hace unos meses vi la película «Conociendo a Astrid» de la escritora del cuento de Pippi Calzaslargas, Astrid Lindgren, (película sueca del 2018).
La película describe una etapa de la vida de la escritora donde tuvo que transformarse y crecer en un entorno hostil, culpabilizador y machista. Una maternidad fuera del matrimonio tradicional y madre soltera.
Posiblemente la imaginación, la creatividad y la vitalidad ayudó a Astrid Lindgren a superar los obstáculos que día a día le surgían. Tuvo que transgredir tantas rigideces morales y la presión social de la época.
Evidentemente el personaje que crea con Pippi está impregnado de este modo de ver el mundo y de romper normas y prejuicios.
Al final de la película, «Conociendo a Astrid», sobre la escritora sueca, una canción (en sueco, que muestro traducida) nos acompaña, en un canto en la vida, a gritar y a saltar.
Salta, atrévete a saltar
Salta, atrévete a saltar. De la muerte a la vida.
Salta, atrévete a saltar. De la oscuridad a la luz.
Vive tu vida. Da un paso adelante
Siente que el verano está hecho para ti.
Vive tu vida.
Da un paso adelante.
O hacia atrás si lo prefieres.
Vive tu vida no te la pierdas.
Enfréntate a los vientos de una tormenta con un grito.
Salta atrévete a saltar.
De la muerte a la vida.
Salta atrévete a saltar.
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